buscando los porqués
17/06/22
Buscando los porqués
Mundo Atlántico

Recuerdo el momento en que me enseñaron como debía diferenciar y escribir “por qué”, “por que”, “porqué” y “porque”. Era un día con mucho sol en el aula de informática. Con esos ordenadores de pantalla verde que hoy representan el pleistoceno de la informática personal pero que en aquel momento eran un motivo para presumir. La cuestión fue que, después de practicar este tema a través de un sinfín de preguntas tipo test, apagamos los ordenadores y finalizamos aquella innovadora práctica tecnológica. Sin embargo, sigo sintiendo angustia cuando tengo que revisar la ortografía de los porqués.

Inicialmente, parece que esta historia no tiene más explicación que mi necesidad de recordar tiempos pretéritos en aquel paraíso perdido de la infancia o que simplemente es una ocurrencia extravagante e impulsiva ante la tarea de rellenar un texto de la forma que sea. Quizá ambos juicios contengan algo de cordura, aunque mi objetivo ha sido otro muy distinto. De manera intuitiva, he comprobado que las premisas y el razonamiento lógico puede ser adecuado, pero si no adquieres la perspectiva idónea sobre lo que quieres explicar, difícilmente el razonamiento te llevará a entender el fenómeno. Por ello, antes que discurrir, tenemos que aprender a mirar. Y es una tarea muy difícil, ya que debemos obviar lo que nos distorsiona la mirada.

El tema que me interesa exponer nace de un hecho que actualmente está siendo tratado habitualmente por los medios de comunicación: “La España vaciada”. Tienen una sonoridad muy particular estas tres palabras. Es una forma eufemística de acuñar una realidad, tratando de dirigirnos la mirada hacia un determinado punto y facilitando un juicio de valor que podríamos explicar también con palabras como la “España olvidada”, la “España perdida” o la “España abandonada”. Y a esta realidad, si le doy una vuelta de tuerca y le añado la coletilla “turística”, quedaría “la turística España vaciada”. Este será nuestro punto de partida.

La retórica sobre las causas que han logrado la situación actual es muy variada pero la que nos resulta más evidente de entender quizá sea la demográfica. Resumiendo, el argumento vendría a ser que la gente se fue del pueblo a la ciudad buscando un mejor porvenir y así se da por explicado el tema. No hay nada más que entender. Quizá no sea tan sencillo y necesitemos desgranar los intereses subyacentes a estas migraciones, y no solo por parte del que emigra, sino también por parte del que anima esta acción. De todos modos, que algo quede vacío no es algo malo ni bueno, es simplemente un hecho. Si lo juzgamos como malo será porque partimos de unas premisas concretas que nos condicionan nuestro razonamiento, o simplemente, que consideramos que la situación actual no es la idónea.

Por su parte, el turismo supone muchas implicaciones, no siendo las sociales las menos importantes. Sin embargo, no debemos de olvidarnos que es un negocio y, por lo tanto, tiene el claro objetivo de ganar dinero. Cuando se incluye el turismo como uno de los ingredientes de la ecuación para repoblar un territorio debemos de ser cuidadosos, ya que podemos llegar a creernos aquella ley de que la oferta creará su propia demanda. O dicho con otras palabras, considerar el turismo como un maná multiuso que nos soluciona el tema sin tener que analizar las causas de esta creciente desertización demográfica. También surge otro peligro: pensar que por el solo hecho de invertir dinero alcanzaremos los objetivos deseados.

El razonamiento de que impulsar el turismo en zonas con un despoblamiento creciente servirá para revertir este proceso y evitar esos indeseados números rojos no está demostrado. Considerar que promover una industria turística complementaria en esas zonas puede generar riqueza para sus habitantes y que esto sirva como freno a este proceso sí que se ajusta más a la realidad. Sin embargo, como esta relación no es directa, surgen muchas dudas de que el impacto sobre las variables intermedias se trasmita con vigor a la variable final y deseada de aumentar su población.

Aún así, existen otros inconvenientes que no lo harían fácil. La razón es simple. Si no se consigue un proceso negociador adecuado de los intereses en juego, una nueva reasignación territorial de la población traerá una lucha que ralentizará o evitará por completo esta posibilidad ¿quién querría tener menos recursos sin contraprestación a cambio? ¿permitirá este nuevo orden que el pez grande transfiera su alimento al pez chico por la sola razón de solucionar el supuesto problema de la despoblación? Estos dilemas no son solo económicos, que al fin y al cabo son solucionables. Alguien ha pensado como afectaría esto al panorama político y a su proceso electoral actual. Que hayan quedado en el congelador muchos temas no quiere decir que estos no puedan ser la clave para entender el problema subyacente.


Las ciudades y su proceso de urbanización y expansión han sido un imán para la población cercana, y en algunos casos no tan cercana. El ejemplo de la ciudad de Madrid es paradigmático en este sentido. El lector curioso puede mirar el crecimiento poblacional de las principales ciudades españolas desde comienzos del S. XX y se llevará muchas sorpresas. El equilibrio entre la urbanización y la despoblación es un reto político y no tanto económico. La economía reasigna recursos y sigue funcionando. Sin embargo, las consecuencias de la despoblación sobre la reasignación del poder político pueden tener efectos mucho más inquietantes e imprevisibles.


Promover el turismo en las zonas rurales es una política que lleva muchos años implementándose. Asignar recursos públicos para potenciar el turismo rural es una decisión que solo será plenamente eficaz si consigue crear una industria turística rentable y capaz de sobrevivir por sí misma. Es evidente que, si esto se consigue, muy probablemente el proceso migratorio cederá o incluso se revertirá. Sin embargo, aquí surgen nuevos cruces de caminos entre la marca España ligada al Sol y la España verde ligada a la naturaleza y el rural. Generar productos viables y autosuficientes será un reto que necesitará de muchos años de esfuerzos ininterrumpidos y muchas veces poco visibles y vendibles.


Una de las cuestiones más relevantes para verificar el éxito de las estrategias implementadas es su control eficaz en base a una serie de indicadores objetivos y homogéneos. No se trata de fiscalizar, si no de controlar los resultados para mejorar. En este sentido, las TIC deben de jugar un papel fundamental. Las estadísticas que publican actualmente los organismos públicos son de gran valor. Sin embargo, tendría un valor aún mayor la incorporación de nuevas estadísticas. Ampliar el rango de información es clave para que los diferentes DMO´s puedan utilizar indicadores comparables para destinos o productos turísticos similares.

Descubrir los porqués es lo importante y lo difícil al mismo tiempo. Conocer el significado de las palabras y su profundidad es esencial en nuestro proceso de aprendizaje. Equivocarnos con su morfología un pecadillo venial que nos pudo sonrojar cuando fue objeto de evaluación. La perspectiva de los años educa la mirada y hace olvidar lo que tiene una relevancia fugaz.
El proceso que llevó al crecimiento de las ciudades en España significó el declive de lo que hoy llamamos el mundo rural. Los motores de la economía cambiaron y con ellos también la asignación territorial de los recursos.

Sin embargo, el actual desarrollo de las TIC está abriendo un camino para que este proceso pueda revertirse. La premisa esencial para lograrlo es que haya voluntad para ello. Desde Red Mundo Atlántico lo tenemos claro. No se trata solo de considerar las TIC como una herramienta, sino como el hilo conductor de una nueva forma de comprender el presente y el futuro. Por ello, entendemos que el mundo físico ha abierto las puertas al mundo digital y su metaverso. Y ambos deberán convivir armónicamente.

José Pablo Abeal
Socio Fundador Red Mundo Atlántico
Profesor de la UDC y economista

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